sábado, 27 de septiembre de 2014

COLABORACIÓN: La tumba de Tutankhamón y la maldición del Faraón.

Howard Carter y Lor Carnarvon
Tutankhamón ha sido uno de los personajes más atrayentes tras el descubrimiento de su tumba por Howard Carter y Lord Carnarvon en 1922. La tumba que descubrieron, tras un largo trabajo de varios años, fue un gran reclamo, ya que ha sido una de las pocas tumbas egipcias que se ha encontrado con una gran abundancia de objetos para la vida del faraón en el más allá. Este descubrimiento nos permitió averiguar con detalles el método de preparación de la momia de un faraón para su vida de ultratumba, una vida muy valorada por los antiguos egipcios.

Aunque muchos creen que se trata de una tumba inviolada, la tumba de Tutankhamón ha sido profanada por varios asaltantes, todavía en época de los faraones, hasta en dos ocasiones; pero no se llevaron nada de valor, pues tras ser sorprendidos sólo pudieron llevarse algunos ungüentos y perfumes, además de pequeñas joyas como pulseras y anillos.

Tutankhamón, tras una corta vida y una muerte prematura, desapareció hasta que en 1922 Howard Carter, tras muchos años de búsqueda, descubrió su tumba generando una gran expectación entorno a la figura de este joven faraón.

Carter, que comenzó su labor como egiptólogo trabajado desde joven como dibujante en las excavaciones del valle de los reyes, llegó a entrar en el servicio de antigüedades egipcias como jefe de inspecciones. Pero tras un problema con un grupo de turistas franceses borrachos, que se enfrentaron con los egipcios que se encargaban de la protección de un templo, se vio obligado a dimitir ante su negativa a disculparse. Apenas dos años después, Carter conoció a Lord Carnarvon que lo contrató como su arqueólogo personal para las excavaciones que quería realizar en Egipto. Juntos emprendieron la búsqueda de Tutankhamón.

El arqueólogo descubrió la tumba del faraón niño tras una incansable búsqueda en el valle de los reyes, encontrándola debajo de una acumulación de escombros próximos a la tumba violada de Ramses VI. La zona había atraído el interés del obstinado arqueólogo, que veía sus deseos de encontrar la tumba de Tutankhamón en peligro tras la decisión de Carnavon de retirar su apoyo financiero por la falta de resultados. Tras conseguir que Carnavon le apoyase un año más, Carter se dirigió a dicha zona y el 4 de noviembre de 1922 los obreros descubrieron un escalón escavado en caliza y al final de la escalinata Carter se encontró con los cartuchos que contenían el nombre de Tutankhamón.

Recreación digital de la tumba de Tutankhamón
Tras avisar a su mecenas y esperar su llegada, el 24 de noviembre de 1922 traspasaron la puerta y se encontraron frente a un corredor y una segunda puerta. Tras realizar un orificio en ella, Carter, ayudado de una vela, dirigió su mirada al interior. Carnavon preguntó impaciente al arqueólogo que veía en el interior, y éste sólo logró balbucear, tras un larguísimo silencio: ``Cosas maravillosas´´. Ante los ojos de Carter fueron apareciendo múltiples objetos, algo que él describió: ``Al principio no pude ver nada, pues el aire caliente que se escapaba de la cámara hacía temblar la llama de la lámpara; pero, conforme mis ojos se fueron adaptando a la luz, los detalles de la habitación fueron apareciendo lentamente de entre la penumbra: animales extraños, estatuas, oro… por todas partes el brillo del oro´´.

La magnitud de la tarea que tenían entre manos era inmensa y ambos lo sabían, por lo que no tardaron en buscar la ayuda de los mejores egiptólogos de la época para que participasen en la investigación. Poco a poco fueron descubriendo más y más tesoros, y sobre todo una gran abundancia de objetos recubiertos en oro. Tras diversas capillas encontraron una que contenía tres sarcófagos, cada uno dentro de otro y el último de oro macizo. En el interior, protegida por una máscara de oro, se encontraba la momia del faraón.

El hallazgo provocó un gran revuelo mediático y también levantó algunas indignaciones y descontentos, debido al modo de actuar de Carnavon respecto al hallazgo, como la exclusividad concedida al diario Times de Londres para canalizar las noticias referidas al descubrimiento. Tampoco en el Servicio de Antigüedades y en el gobierno de Egipto se encontraban demasiado satisfechos. El asunto se puso tan tenso, sobre todo tras la imprevista muerte de Lord Carnarvon, que Carter tuvo que abandonar su trabajo en la tumba y perdió todos los permisos concedidos para escavar en el valle de los reyes.

Tesoros de la tumba de Tutankhamón
Todo parecía haberse puesto en contra de Carter pero años después la situación cambiaría, pues tras el asesinato del comandante en jefe del ejército egipcio, un británico, el gobierno inglés recuperó la totalidad del gobierno egipcio y con ello Carter, la investigación de la tumba. Pero en medio de todo esto los Carnavon perdieron toda relación con la tumba, aunque  fueron compensados económicamente, las últimas campañas fueron sufragadas por el gobierno de Egipto y por el propio Carter que dedicó su tiempo a terminar la investigación de la tumba, hasta que en 1939 su fallecimiento le impidió terminar de publicar el estudio definitivo sobre la tumba y su contenido.


La batalla más difícil que debió librar Howard Carter en los años posteriores al sensacional descubrimiento, fue contra la opinión generalizada sobre la presunta y terrible maldición que se cernía sobre la tumba de Tutankhamón y, en general sobre las sepulturas de los faraones.

La creencia de que los profanadores del descanso del rey tendrían una muerte violenta, se hizo eco durante estos años. La muerte de Lord Carnavon tras la apertura de la tumba, unida a la actuación de la prensa sensacionalista de la época, ayudó a la propagación de la creencia de la maldición del faraón. Todos estos hechos, más relacionados con la ciencia que con el misterio, siguen alimentando numerosas películas y novelas de terror, que encuentran en el Egipto de los faraones su mejor escenario.

Pero de ser cierta la maldición, Tutankhamón se mostró muy irregular en su venganza, pues aunque mató al patrocinador de su descubrimiento, no hizo lo mismo con su descubridor y excavador, ya que Carter falleció anciano casi 20 años después. Pero más curioso sería la caballerosidad demostrada por el monarca egipcio que no mató a la única persona que estuvo presente en todo los pasos del descubrimiento, Lady Evelyn, hija de Lord Carnarvon que murió a los setenta y nueve años en 1980.


La frase preferida empleada por Howard Carter cuando le hablaban de la maldición era: ``Todo espíritu de comprensión inteligente se halla ausente de esas estúpidas ideas.´´


Lucía Moreno Ojeda


FUENTES BIBLIOGRÁFICAS:

-JOYCE TYLDESLEY, La historia de Tutankhamón: la historia de un rey egipcio, Ariel, 2008.
-JAROMIR MALEK, Los tesoros de Tutankhamón, Libreria universitaria, 2012.



martes, 23 de septiembre de 2014

EL ÁRBOL DE LA VIDA

Los grandes pensadores y humanistas del Renacimiento juzgaron de forma negativa la propia época en la que vivían, denominándola de retroceso intelectual y social. Estos grandes eruditos de los siglo XV, XVI y XVII pretendían ser los continuadores de la cultura grecorromana, la cual habían admirado durante todos esos siglos. En cambio, en lugar de ser un período en el que la intelectualidad estuviese en decadencia, fueron tiempos de bastante desarollo de las instituciones político-sociales y de la propia religión cristiana.

En el ámbito de las pautas estilísticas, el arte medieval no tienen nada que envidiar a los patrones clásicos, pues la complejidad de los símbolos y la riqueza de sus imágenes y literatura, le ha otorgado una elevada importancia, ya sea para comprender la sociedad, la economía o para estudiar el pensamiento de la élite intelectual.

Decoración del Ábol de la Vida en Madinat al-Zahra
Uno de los motivos más utilizados de la iconografía medieval es el Árbol de la Vida. Su origen no se sitúa en estos tiempos del Renacimiento, sino que ya en las antiguas sociedades paleolíticas situadas en Europa había pequeñas referencias del mismo.
Desde el Neolítico hasta las tierras de Suecia y Noruega del II milenio a.C., han aparecido pinturas e incluso grabados en los que aparece la imagen de un árbol como elemento principal, que puede hacer alusión a un principio de vida, a una divinidad encargada de organizar el ciclo vegetal o a un concepto importante para la supervivencia de los pueblos productores.
Estas imágenes nos han mostrado que las civilizaciones existía la idea de una divinidad de la vegetación que se encargaba de los ciclos vitales; y como no, las formas de aludir gráficamente a tal deidad era por medio de un árbol que la acompañaba. Incluso cuando el árbol aparece solo, ha de interpretarse como la imagen de la propia divinidad.

Representación del salón del trono del Palacio de Asurbanipal en Kalhu.
En el Próximo Oriente antiguo existió la figura de una madre vital, este es el caso de Astarté, diosa de varios pueblos de estos territorios, aunque se la dio múltiples nombres: Ishtar, Astaroth, etc; que fue representada en muchas ocasiones al lado del Árbol de la Vida en el arte del Próximo Oriente. La composición establece al propio árbol como eje central o a la divinidad con una planta en las manos; a ambos lados, de forma simétrica, aparecen seres protectores y por último suelen aparecer signos astrales que muestran el carácter divino. Entre los ejemplos más destacables aparecen los relieves asirios de Nimrud o las estelas fenicias.

En el mundo griego la figura del Árbol de la vida repartía la responsabilidad de mantener activos los ciclos naturales de hombres, animales y plantas entre las diosas Afrodita, Deméter y Proserpina. Por ello, es bastante habitual que en los relieves estas diosas aparecezcan con plantas en las manos.

Los hebreos fueron los primeros en reinterpretar sus iconos para desarollar sus propias creencias. El Árbol de la Vida, signo del politeísmo llegó a formar parte del monoteísmo judío. Por ejemplo, en el Génesis, Yahveh prohíbe a Adán y a Eva comer el fruto de un árbol que crecía en el Jardín del Edén. La serpiente incitó a la primera pareja a comer una manzana de un árbol. En otros capítulos de la Biblia el propio Yahveh se equipara con árboles (olivos, cipreses, álamos...).
El propio candelabro de los siete brazos situado en el templo de Salomón es un compendio del Árbol de la Vida. Aunque también, el Árbol de la Vida es para los judíos un elemento cabalístico que puede explicar el orden del Universo.

Por otro lado, el Islam también va a recoger el Árbol de la Vida como un signo para explicar sus leyes rituales. Aunque nos encotramos en una cultura que rechaza las representaciones de seres humanos o de animales, los motivos vegetales van a estar presentes en su arte.

En general, el significado del Árbol de la Vida es una síntesis muy compleja de diferentes historias: el linaje de Cristo, su muerte en la Cruz, la expulsión del paraíso de Adán y Eva, la creencia en la salvación y la explicación de las partes del Universo.



Daniel Velasco García

lunes, 15 de septiembre de 2014

ROMA III: LAS CIUDADES

Una de cada diez personas del mundo romano vivía en ciudades. En una cultura que fomentaba la interacción y las actividades sociales, la vida urbana era el medio perfecto para transmitir los valores romanos. Además, la ciudad ofrecía un mercado laboral más amplio y fiable.

Reproducción por ordenador de una insulae romana
La mayoría de los habitantes en Roma vivían en edificios llamados insulae (una solución para ganar espacio). En ciertas épocas de la historia de Roma, más de un millón de personas tenían que alojarse alrededor del centro de la urbe porque no tenían medios de transporte para vivir más lejos. La demanda hacia subir los precios del suelo y los romanos se vieron obligados a construir en vertical para que los ciudadanos comunes tuvieran viviendas que pudieran costearse. El problema de espacio no era exclusivo de Roma, así que en muchas ciudades se construyeron insulae, aunque a menor escala. Una de las mejores ruinas se encuentra en Ostia, el bullicioso puerto que comunicaba Roma con el mar.

Este tipo de edificios solían estar superpoblados, ya que muchas veces toda una familia tenía que vivir en una sola habitación. La estructura en si era también muy apiñada y algunos tenían hasta siete pisos de altura lo que implicaba un grave peligro de derrumbe.

Los incendios eran otro riesgo añadido, porque los pisos superiores eran de madera y era fácil que el fuego prendiera. Probablemente fuera esta la causa del gran incendio de Roma del año 64 d.C, que ardió durante nueve días en las zonas pobladas por este tipo de calamidades, Augusto introdujo restricciones legales sobre la altura de las insulae, que no podían superar los 20m. También creó una guardia nocturna para que vigilara si se declaraba algún incendio. Nerón y Trajano impusieron limitaciones todavía más estrictas con respecto a la altura de los edificios.
Reproducción por ordenador de una ciudad romana

Los romanos acaudalados podían permitirse vivir fuera de los superpoblados edificios, en sus propias casas llamadas domus. Muchas de ellas estaban situadas en el monte Palatino, lejos de la plebe y cerca del palacio del emperador. Las puertas de entrada de estas casas daban a un atrium, donde recibían a los invitados y había un altar dedicado a los lares y dioses ancestrales. El techo del atrio estaba abierto para dejar entrar la luz del sol y, más importante aún, el agua de la lluvia. El agua de la lluvia también se recolectaba de los tejados, que eran inclinados para canalizarla hacia la apertura del techo del atrio. El agua podía almacenarse en un pequeño estanque situado en el suelo del atrio y utilizarse para las necesidades domésticas.


David Asensio Caramés

domingo, 7 de septiembre de 2014

CAMBIO EN EL CALENDARIO DE PUBLICACIONES

Ya ha empezado septiembre, y con él nosotros las clases. Esta primera semana no hemos publicado nada, ya que estábamos organizando los días de publicación.

Debido al tiempo que tenemos que dedicar a las clases, vamos a publicar un artículo cada miércoles y las colaboraciones seguirán siendo los sábados. Así podremos seguir con el blog y no agobiarnos.

Un saludo y gracias por leernos.

Los redactores de Los Confines del Saber.