La
religión cristiana es especialista en hacer mártires y victimas a sus gentes,
sin tener en cuenta las masacres e inventos retorcidos, por no hablar de la
vida ociosa y lujuriosa de los papas medievales, que a lo largo de toda la
Historia han llevado ellos acabo.
La degollación de los inocentes. Según un manuscrito del siglo X. |
Está
claro que Herodes no era un santo y que no tenía ningún escrúpulo a la hora de
deshacerse de sus parientes y enemigos, como había demostrado al hacer
estrangular a sus hijos Alejandro y Aristóbulo para que aprendieran a no
conjurar contra su padre. Pero de ahí a matar a 14.000 niños había un trecho,
pero los cristianos aprovecharon la oportunidad para decir que Herodes y los
romanos, enemigos acérrimos de estos,
debido a la contrariedad que para los cristianos era tener un culto
politeísta, eran muy brutos.
A
parte de la masacre de Herodes todos tenemos en nuestra cabeza la imagen de
Nerón tocando su lira mientras entonaba su propio poema sobre la destrucción de
Roma mientas la contemplaba arder. Y la descripción que Tácito hizo sobre él
como un monstruo enloquecido y ridículo que asesinó a buena parte de su
familia, incluida a su propia madre. Tras el incendio Nerón, supuestamente, acusaría a los cristianos de haber provocado
la catástrofe.
Imagen de la película Quo vadis?, en la que se representa a Nerón toando la lira mientras veía arder Roma. |
Pero
no podríamos estar más alejados de la realidad, vale, puede que Nerón no estuviera
del todo en sus cabales, para eso era emperador, pero no creo que le gustará
ver cómo se quemaba el patio de su casa.
Desde
su llegada al trono, demostró escaso aprecio por la aristocracia y los
senadores, a los que hizo combatir en un anfiteatro de madera que había hecho
construir en el Campo de Marte para los espectáculos de gladiadores, lo que
resultaba un poco heavy para las
clases privilegiadas.
Nerón
que como cualquier emperador estaba interesado en el arte y sólo deseaba
sentirse querido por su pueblo, ordenó repartir alimentos y dinero entre la
plebe, organizó juegos y espectáculos públicos y creó instituciones culturales
y deportivas. Y además, la veneración que le mostraron los romanos contradice
la afirmación de que el pueblo le considerara el culpable del incendio de Roma
del año 64, ocurrido durante la canícula de julio.
Lo
cierto del incendio es que, en aquel tiempo, Roma era un conjunto de calles y
casas construidas con madera y materiales de mala calidad, asique los que
verdaderamente fueron culpados por el incendio fueron los pobres, ya que los
pobres siempre tienen la culpa de todo. El fuego destruyó tres de los catorce
barrios de la ciudad, además del templo de Júpiter en el Capitolio, varios
edificios públicos y lujosas mansiones senatoriales, de modo que afectados,
interesados, conspiradores y otros desocupados se dedicaron a difamar al
emperador, que pasaba los días y las noches en la “zona cero” romana mientras
los demás lo señalaban con el dedo.
Ana
Pinel Benayas.
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