jueves, 17 de julio de 2014

ARTE: ¿Por qué impresionistas?

Europa en el último cuarto del siglo XIX vive una época de grandes transformaciones. Por un lado el 19 de julio de 1870 Napoleón III declara la guerra a Prusia, en 1877 la reina Victoria será proclamada emperatriz de la India y mientras tanto, al otro lado del Atlántico, se desarrolla a gran velocidad el país que dominaría el mundo durante el siglo venidero. En 1870, la población de los Estados Unidos era de 39 millones de habitantes. Treinta años después, su población ascendía a 76 millones.

Y así Paris, convertida en la capital mundial del arte descubrirá una forma de captar la luz y la imagen más allá de una paleta y un pincel. A través de la técnica fotográfica que aún estaba en pañales.

La influencia de la fotografía no se dejaba sentir todavía en el arte, pero esta suponía, por su instantaneidad, la posibilidad de captar en un solo instante, el encuadre arbitrario de las escenas, cualidades que los impresionistas buscaban en su pintura, alejándose así de los dibujos y teorías academicistas de que la realidad debía ser sacrificada en aras de lo ideal.

Para los pintores impresionistas como Monet, Pissaro, Sisley… la vida en los cafés era algo muy importante ya que allí los artistas se reunían, hablaban, intercambiaban ideas y, a menudo, pintaban cuadros. El café Nouvelle Athènes fue el lugar de encuentro preferido de los impresionistas.

Pero lo más importante para estos pintores de finales del XIX era conseguir exponer en el Salón. En el Salón, instituto oficial con más de 200 años de antigüedad, se exponían las obras más representativas del año, elegidas por un jurado nombrado por la Academia Francesa de Bellas Artes.
Sin embargo, el Salón iba perdiendo poco a poco su autoridad e influencia, en la medida en que el cambiante rostro del arte ofrecía nuevas y diferentes expresiones que no se ajustaban al criterio del jurado. En 1863, para evitar el escándalo, Napoleón III creó el Salón des Refusés (Salón de los rechazados), donde se expondrían las obras rechazadas por el jurado oficial. En esta salón paralelo se expusieron obras que habrían de tener mayor transcendencia para la historia del arte que las del Salón oficial.

Monet, que encabezará ese movimiento que hoy conocemos como impresionistas, se desengañó del Salón oficial, y ni siquiera presentó cuadros al jurado. Un grupo de pintores independientes formado entre otros por Renoir, Monet, Sisley, Degas, Cézanne, Pissarro y Morisot, decidieron crear su propia sociedad para organizar exposiciones. El 23 de diciembre de 1873 crearon la Sociedad Anónima Cooperativa de Pintores, Escultores y Grabadores. En abril de 1874 realizaron su primera exposición en el estudio del fotógrafo Nadar, en el Boulevard de Capucines. Monet expuso nueve lienzos, incluido, Impression, soleil levant (Impresión, amanecer).

Este cuadro desató una crítica que daría lugar al nombre de este movimiento pictórico. Una crítica de Louis Leroy, apareció en la revista satírica Le Charivari. El artículo se titulaba “Exposición de los impresionistas” y en él Leroy, hace la crítica en forma de diálogo entre dos visitantes que discuten sobre la muestra:

“¿Qué representa este cuadro? Mira en el catálogo”.
“Impresión, amanecer”.

“Impresión…, lo sabía. Me lo iba diciendo a mí mismo, si estoy impresionado es que hay algo impresionante… y ¡qué libertad, que facilidad en la pincelada! ¡Hasta el papel pintado sin terminar está más acabado que esta marina!”


El cuadro que tanto revuelo causó representa un amanecer en el puerto de El Havre. No era nada nuevo para Monet, ya que en éste y otros cuadros, pretendía crear la impresión de una escena que no cesa en transformarse a medida que la luz anaranjada del sol se refleja sobre el agua en movimiento.

Ana Pinel Benayas

Impression, soleil levantClaude Monet


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