El
pasado 5 de Agosto se conmemoraba el 52 aniversario de la muerte de Marilyn
Monroe, el icono sexual de los años 50. La chica rubia platino ha conseguido
ser uno de los mitos del siglo XX gracias a emblemáticas escenas del cine
clásico como el vuelo de su falda por la brisa del metro de Nueva York en “La tentación vive arriba” como la
escena musical “Diamonds are a girl’s
best friend” de “Los caballeros las
prefieren rubias”. También es recordada por su vida desenfrenada en busca
de cariño, llena de desengaños y fracasos.
¿Qué
ocurrió para que la estrella de la pantalla conociera al mismo tiempo un arrebatador salto a la fama y consecutivamente,
un estrepitoso declive? Nos ubicamos en el 19 de Mayo de 1962: se celebra el
45º cumpleaños del presidente de los EEUU, John F. Kennedy. Marilyn Monroe,
impuntual, aparece en la fiesta con un vestido muy ceñido y que aportaba
sensación de desnudez visto desde lejos. Incluso, la actriz mostraba síntomas
de embriaguez y, desde luego, cantó un sensual Happy Birthday al cumpleañero, dedicándoselo personalmente con las
palabras “Mr President”. Jacqueline
Kennedy, la primera dama, decidió no acudir al convite al sospechar de esta
actuación. A partir de lo ocurrido, otro hombre se añadía a la lista de amantes
de la intérprete: algunos fueron Tony Curtis, Marlon Brando, Elvis Presley,
Yves Montand, Frank Sinatra, Robert F. Kennedy, hermano del presidente, después
del mismo… aunque cabe la posibilidad de que algunas de estas relaciones en
realidad no ocurrieran. Tampoco debemos olvidarnos de sus tres maridos: James
Dougherty, con quien se casó a los 16 años, el beisbolista Joe DiMaggio (el
amor de su vida, aunque muy celoso y posesivo) y el escritor Arthur Miller. Durante
esa época, Marilyn pasaba una mala racha. Anteriormente, ella había iniciado
junto con el fotógrafo Milton Greene su propia compañía cinematográfica:
Marilyn Monroe Productions. El motivo se debe a que la Twentieth Century Fox siempre la ofrecía el papel de “rubia tonta”
en sus películas. Estaba desconforme, pues quería mostrar su talento y seducir
al público por sus dotes artísticas, no por su exuberante apariencia física:
ante todo pretendía ser una verdadera actriz. Además, tenía dificultades para
conciliar el sueño y comenzó su adicción por el alcohol y los narcóticos.
Faltaba a menudo a los ensayos del rodaje de sus películas. En 1961 se divorció
de Arthur Miller y padeció constantes ataques de nervios, así que aceptó ser
ingresada inevitablemente en la clínica
psiquiátrica Payne Whitney.
Esta
experiencia no fue muy agradable para ella, pues sentía un miedo irracional a
la locura (su madre, Gladys Baker, estuvo ingresada en un hospital
psiquiátrico). A partir de aquí, fueron frecuentes sus visitas al psicoanalista
Ralph Greenson, que la aconsejó hacerse grabaciones de voz relatando todas sus
experiencias personales, puesto que cuando acudía a su consulta, era incapaz de
articular palabra. Los sucesos que a menudo le contaba pertenecían a su infancia,
bastante difícil y traumática. Además, ella tenía un diario en el que escribió
bastantes testimonios personales. Algunos de ellos eran supuestamente secretos
de Estado que le revelaron los hermanos Kennedy en la cama que guardaban
relación con Rusia o los planes de invadir de Cuba y matar a Fidel Castro.
Parece ser que ella los amenazó con revelar esas confesiones una vez que se vio
despechada por éstos sucesivamente. Es más, recientemente el periodista
Christopher Andersen afirma que Monroe mantuvo una conversación telefónica con
Jackie Kennedy en la que entregó detalles de la relación amorosa que mantuvo
con su esposo.
La
situación se plantea difícil, pero se complica más aún al saber que la estrella
era punto de mira del FBI. Desde hacía algún tiempo, la policía secreta andaba
investigando sus hechos pues mantenía relaciones sexuales con varios hombres
afines ideológicamente al comunismo. Pero, aunque la actriz se encontraba
rodeada de mucha compañía (no solo amantes, sino amigos, compañeros…), Monroe
se sentía muy sola, sin ayuda. Pensaba que todo el mundo quería conocer a
Marilyn Monroe, pero nunca conocían a Norma Jean Mortenson (su nombre
verdadero). Un tiempo después, Marilyn es encontrada muerta inesperadamente
durante la madrugada del domingo 5 de Agosto de 1962 en el dormitorio de su
apartamento en el hotel situado en el número 12305 en Fifth Helena Drive (Los
Ángeles, California). La causa oficial de su muerte sería un probable suicidio
debido a una sobredosis de barbitúricos (Nembutal).
¿Qué
ocurrió entre la tarde del sábado 4 y la mañana del día 5? Según varios
testigos, por la tarde Marilyn habla por teléfono en su casa con Ralph Greenson
durante varias horas. Entre las 15:00 y las 18:00 recibe visitas del Fiscal
General de los EEUU, Robert Kennedy y de Peter Lawford, cuñado de J.F.Kennedy. Supuestamente,
Bob Kennedy reclamó a Marilyn su diario y discutieron. A partir de las 22:30,
la actriz está supuestamente sola en su habitación, mientras que en otra
habitación cercana duerme Eunice Murray, su asistenta personal, y el hijo de
ésta, Norman Jefferies, arreglando desperfectos en la cocina. A las 00:30,
Murray se despierta y ve luz debajo de la puerta de la habitación de Monroe.
Llama, pero la puerta está cerrada con llave y nadie la responde. Telefonea al
Dr. Greenson e inmediatamente acude. Mira por una ventana y ve a Marilyn en la
cama. Para abrir la puerta, rompe el cristal y entra en la habitación. En ese
momento, estaba muerta. Estas serían las primeras declaraciones, pero más tarde
Eunice Murray declaró que a las 21:30 acudieron tres hombres ordenándola a ella
y a su suegra que se marcharan. Al volver, a las 22:30, Marilyn había
fallecido. De todas formas, Greenson alrededor de la 1:30 llama al médico de
cabecera y al Servicio de Emergencias de Guardia para una reanimación
cardio-pulmonar, pero es demasiado tarde. A las 4:25, cuatro horas más tarde, llaman
a la comisaría para denunciar la muerte. El sargento Jack Clemmons acude a las
4:45 y observa el escenario del crimen. Ve a Marilyn desnuda tendida bocabajo
en la cama con un teléfono en la mano y con moretones y livideces en muñecas y
espalda. La habitación se encuentra aparentemente ordenada (Murray había
limpiado la habitación) y en la mesilla aparecen frascos de sedantes vacíos,
algunos sin identificar. La ventana está rota, pero por los cristales del suelo
deducen que se rompió desde el interior, no desde el exterior. La autopsia fue
supervisada por el Dr Thomas Noguchi, médico forense ayudante y algo inexperto
para aquella autopsia tan singular. Aproximó la hora de muerte a las 3:40, pero
¿cómo es posible si ya estaba muerta según los testimonios como muy tarde a las
00:30 – 1:00?
La
explicación la encontramos en que no se esperó el tiempo suficiente a la
realización de esta operación. Además, reveló que murió bocabajo, que no había
señales de agresión ni lucha en uñas, cuello y cara y, lo más importante, no
había restos de cápsulas ni pastillas ni en el estómago ni en el intestino. Si
ella hubiera tomado por vía oral y de forma voluntaria esas pastillas, lo
normal es que hubiera quedado alguna, puesto que debió de tomar bastantes para
fallecer y el suicidio es una muerte rápida. Pero el interior del recto y colon
ascendente tenían una decoloración púrpura, síntoma de sobrepresión, lo que
apunta a que los hipnóticos se hubieran administrado por vía anal en vez de vía
oral. (En la época era bastante frecuente encontrar calmantes por enema).
Realmente,
no se ha descubierto casi nada sobre este asunto. No se sabe si fue un
suicidio, como consta en el certificado de defunción, o de un asesinato por
parte de los hermanos Kennedy por la proximidad de la actriz a la Casablanca.
Otros han barajeado la posibilidad de muerte accidental, al tomar Marilyn más
dosis de la recomendada y bajo su ignorancia. Hay que tener en cuenta que tanto
Greenson como Murray como el resto de médicos que diagnosticaban a Monroe la
suministraron diferentes medicamentos, además de lo que ella pudo haberse
tomado sin su aprobación, e incluso la mezcla de estos fármacos con alcohol,
nada recomendable. Sin embargo, el sargento Jack Clemmons afirma rotundamente
que aquello que observó en un principio era un asesinato y, según Donald H.
Wolfe, Eunice Murray gritó desde el apartamento: “¡Asesinos! ¡Asesinos! Estáis satisfechos ahora que ha muerto”. Incluso,
algunas muestras que se tomaron en la autopsia para analizar desaparecieron. En resumen, no se trató de una muerte violenta ni
sanguinaria, pero Marilyn se encontraba con muchísima presión y corría peligro.
Ella era muy desequilibrada emocionalmente y pudo pensar por un momento en
desaparecer. Quizás, otros lo pensaron mucho antes de que ella se lo imaginara…
José
Manuel González Martín
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