Una de las principales características de la Edad Moderna es el renacimiento militar, dejando de lado la tradicional
caballería y dando paso a la infantería, que se reflejará en una de las
principales unidades de Europa: los Tercios.
Los Tercios eran unidades militares del Ejército
español y al servicio de la monarquía católica. Se caracterizan por su gran
resistencia en el campo de batalla, siendo herederos de los piqueros suizos.
Supusieron la pieza fundamental del ataque terrestre, así como marítimo y
mezclaron el uso de la pica y las armas de fuego. Pese a su escaso número eran
considerados como tropas de élite y con gran capacidad para dividirse en
unidades más móviles.
En general, un tercio estaba formado,
aproximadamente, por tres mil hombres, claro que dichas cifras podrían variar.
El tercio no tenía un uniforme definido, por
lo que los soldados lucían distintivos de un color, para vincularse a su rey en
la batalla. Además también debían de encargarse de su propia manutención.
El entrenamiento de esta unidad militar se
llevaba a cabo en Italia, pues era una de las regiones más seguras tras la Paz
de Cateau-Cambresis (1559).
El origen de los Tercios se remontaría
Carlos I de España, quien, no solo heredó los diversos territorios de sus
abuelos, sino también los conflictos de estos. Por este motivo, el emperador se
vio sumergido en diversas campañas militares en gran parte de los frentes
europeos, como Italia, Norte de África, Danubio etc.
Pero también heredó experiencia en el arte
de la guerra, contando para ello con veteranas unidades de infantería,
procedentes del reino de Aragón y de Castilla endurecidas en las guerras de Nápoles.
De esta forma la infantería hispánica
adquirió fama de ser invencible. Aunque es cierto que los Tercios son unas de
las mejores unidades de la Edad Moderna, debemos tener en cuenta la gran
distorsión que ha habido de este tema por diversas interpretaciones
historiográficas.
Entre las funciones de los Tercios no estaba
la de defender la Península Ibérica, ya que de eso se encargaban otras unidades
militares. Ellos fueron utilizados en el mapa de operaciones hispánicas, como
la revuelta morisca de las Alpujarras (1568-1571), la campaña de Portugal
(1580), o la rebelión de los catalanes a partir de 1640. Pero si hay que
destacar una campaña militar esa es la campaña de Flandes.
La Guerra
de Flandes fue un largo episodio bélico (1568-1648) que desgastó a la monarquía
hispánica, generando grandes pérdidas, tanto humanas como económicas.
La guerra acabó con la independencia real de
los Países Bajos, tras la Paz de Westfalia (1648). Los rebeldes neerlandeses
recibían apoyo de las potencias enemigas de los Habsburgo, es decir, Francia e
Inglaterra.
A este hecho, hay que sumar la habilidad de
los rebeldes para diseñar nuevas tácticas de combate con las que atacar a los Tercios.
En este sentido, la llegada de refuerzos a
los Tercios se hizo por tierra, mediante lo que se conoce como el Camino
Español. Dicha ruta, fue diseñada por el
duque de Alba en el año 1567, quien además dirigió a los Tercios. Los soldados
tardaban una media de 50 días en recorrer dicha vía. Desde estas premisas, se
calcula que la monarquía hispánica movilizó aproximadamente a ciento veinte mil
hombres.
A pesar de ser una prestigiosa unidad
militar, no hay que olvidar que también sufrieron derrotas como la de Nieuwport
(1600), la batalla de Montjuïc (1640), donde perdieron frente a un ejército de
franceses y catalanes, y en la batalla de Rocroi (1643), donde se pondrá punto
y final a los Tercios.
A partir de aquí, los Tercios influirán en
las nuevas unidades militares de la Edad Moderna.
En la actualidad, podemos observar también
su influencia en Alatriste o también en Miguel de Cervantes Saavedra, el cual
perteneció al Tercio de Miguel de Montcada en la batalla de Lepanto (1571).
Manuel Carreira Hernández
Manuel Carreira Hernández
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